Ruth Enciso: Ser fotógrafa en los tiempos de terrorismo

Hace poco al revisar el libro  «La verdad sobre el espanto», encontré el crédito de la fotógrafa Ruth Enciso, en una foto del atentado que sufrió el Ministerio de Economía y Finanzas el 23 de marzo de 1990. Cuando sendero luminoso, atacaba comisarías, ministerios, residencias, canales de televisión etc. Usando autos llenos de explosivos, conocidos como «los coches bombas».

Pero a Ruth, siempre la había visto fotografiando eventos sociales importantes. Esperando el momento preciso para hacer su mejor toma. Fotos que luego lleva a la revista Caretas, donde trabaja desde hace más de 20 años. Realizando fotos para la página de sociales de Ellas y Ellos y para la famosa sección de ¿Va o no Va?

Entonces en qué momento Ruth, tuvo ese encuentro con esa atentado y que además fotografió. La imagen es impactante; un hombre sobre el piso y sobre él lo que quedó de un auto destrozado. Ese día murieron dos personas, entre ellos un niño. Además quedaron 39  personas heridas.

¿Cómo obtuvo la foto? Qué hacía por ese lugar? ¿Estaba acostumbrada a ese tipo coberturas gráficas?

Esta es su historia.

¿El día del atentando al Ministerio de Economía y Finanzas qué estabas haciendo?
Era un día común, un sábado de coberturas de eventos. Ese día me tocaba cubrir la boda de la hija de un conocido empresario en el Club Huayquique. Así que me traje ropa de casa, para ir apropiadamente vestida.

¿Apropiadamente vestida?
Yo siempre intento mimetizarme con el lugar, algunas prendas oscuras y listo. Por eso me traje desde casa un vestido y unos zapatos de fiesta. Claro que aquí llego en jeen y zapatillas, luego me cambió. Ese día, no sé por qué elegí ponerme un vestido rojo…

Cuando estoy bajando para buscar la movilidad, escucho un fuerte sonido que provenía de la avenida Abancay. Entonces corro hacía allá, la gente venía desesperada, en sentido contrario. Cuando llego al lugar no veía nada, por todo el humo que había. Escucho gritos, y siento un fuerte olor a carne quemada, me sentía en una película de terror.
Pude ver una señora y a su niño totalmente quemados cerca a una carretilla de fruta.

¡Fue terrible!

Todo era demasiado horrible. Cuando uno llega a esa escena lo que menos puedes hacer es tomar fotos.

¿Por  qué, si es tú trabajo?
Porque te sale el instinto de proteger, de ayudar. Tenía mucha impotencia de ver a gente de bien como tú o como yo, muriendo de esa manera. Quería ayudar a uno  al otro, había muchos heridos. Era muy fuerte.

¿Qué pasaba contigo en ese momento?
Estaba bloqueada; empecé a gritar, saltar, llorar, me jalaba los pelos. Estaba como una niña asustada. Luego veo a Javier Ocampo, periodista de La República y le digo

– ¡Javier nos estamos matando entre nosotros!  

El me trataba de calmar y me decía que debía tomar fotos. Yo no podía.

Estaba muy nerviosa corriendo de un lado a otro, con un vestido rojo precioso. En eso Javier me detiene de los hombros y me tira dos cachetadas, dolorosas.

Me grita:  -¡Toma fotos! Tú eres la única que está aquí con cámara.

Luego de esas dos cachetadas, empiezo a reaccionar y a tratar de calmarme. Pero a los pocos minutos, empieza una terrible balacera.

¿Por qué empiezan los disparos?
La policía al llegar creía que todos los que se movían eran terroristas. Empiezo a correr para protegerme de las balas y en el camino me encuentro con un carro carbonizado. Me detengo un rato frente a esa escena y empiezo a fotografiar toda esa parte. Disparo varias tomas un poco asustada por los sonidos de las balas. Luego me oculté detrás de un muro de cemento. Hasta que la policía pudo identificarnos. 

¿La foto que tomaste, es la que aparece en la portada del libro?
Sí, esa es la foto que aparece en la caratula del libro La verdad sobre el espanto . Es la de un señor dentro de un auto totalmente quemados. Esa imagen es muy horrible.

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¿Luego qué haces?
Empecé a caminar con dirección a la revista. Estaba muy triste, pensaba en todas las muertes, lloraba mientras veía a los bomberos y policías pasar. Quería irme a mi casa y dormir.

Pero tenía el evento en el Club Huayquique y si no iba, ¡en Caretas me mataban!  Así que pedí movilidad y me fui al club. Intentaban reponerme de la fuerte impresión de ese momento. Pero justo en la entrada del club me encuentro con una señora muy conocida, me detiene y me dice: ¡Mira mi vestido Valentino, me costó 5 mil dólares! Y empezó a dar vueltas para que la vea. Cuando dijo eso, me dio ganas de llorar, era demasiado contraste.

Hice la cobertura del evento y me fui a mi casa.

¿No mandaste las fotos del atentado a la revista?
No, porque pensé que eran fotos como cualquier atentado más que había en esa época, y no me di cuenta que tenía otro tipo de envergadura. Por eso, mas o menos a las 3 de la mañana llega uno de los chóferes de la revista a mi casa y me dice que Enrique Zileri (director de la revista Caretas, fallecido el año pasado) estaba molesto conmigo, porque me había traído las fotos, sin decir nada a nadie ¡Qué mierda estaba pensando! decía Zileri.

¿Qué hicieron con las fotos?
Usaron las fotos para la edición de la revista de esa semana, luego después de varios años, hicieron un recuento con las fotos que recordaban episodios del terrorismo en el Perú, y usaron esa foto para la portada de ese libro. Yo no recordaba esas fotos.

¿Después de esa fecha qué cambió para ti?
Me dejé de subestimar, ahora sabía que no solo podía hacer fotos de la gente linda de lima, sino también enfrentarme a ese tipo de situaciones. Pero seguí haciendo fotos de eventos sociales, me quedé en ese mundo. Aunque si mañana me dicen te vas a una federación de fútbol, voy feliz. Porque para mi todo es enriquecedor, siempre veo el lado periodístico en todo, tengo una sed de saber.

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¿Viviste otros momentos parecidos ?
En esa época se vivían muchos atentados, directa o indirectamente. Yo empecé haciendo fotos de policiales, siempre he sido avezada, para mi no había imposibles. Yo traía la foto. Ahora me dedico a otro tipo de fotografía, pero me sigo sintiendo una reportera innata.

¿Qué es la fotografía para ti?
Una herramientas  que me ha ayudado a abrir todo tipo de puertas. Y que te da un gran poder que hay que saber usar. Yo creo que un periodista debe tener criterio, pero también instinto. Seguro yo sin cámara no soy nadie.

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Ruth comenzó a trabajar como periodista con tan solo 16 años; sin que su padre se enterara. Ella empezó en la Prefectura de Lima, buscando información para conseguir historias sobre detenciones, balaceras etc. Luego se pasó a La Morgue Central de Lima, buscando casos de asesinato, suicidios, etc. Después de un tiempo llegó a la revista SHOCK ( crónica roja) y finalmente a la revista Caretas, donde es muy conocida por su trabajo en Ellos y Ellas. 

1 Comment

  1. Gran lecciòn para los jòvenes reporteros de hoy.. algunos de los cuales sòlo se especializan en determinadas imàgenes limitando su trabajo ante un universo de posibilidades.. està profesional de la fotografìa lleva un registro de todo lo que le sucede a su alrededor como valioso testimonio de nuestra cotidiana historia .. acabo de ver una primera plana suya en la ùltima ediciòn de la revista Caretas .. aparentemente una inocente foto de una pareja de enamorados tomada en noviembre del año pasado y que hoy es una noticia coyuntural ..
    saludos muchachos y a trabajar que las imàgenes que el Perù nos brinda dìa a dìa son inmensamente ricas .. pero algunos todavìa estàn distraìdos y se les pasa el tren por sus narices una y otra vez .. a despertar y aaprender de eta veterana de reuniones socialites y tambièn de guerra !

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