Hace siete años atrás fotografié la toma del penal de San Juan de Lurigancho, desde ese momento parece que la situación no ha cambiado nada. Los penales siguen siendo un mal ejemplo de corrupción, hacinamiento y desorden. Por eso el peligro eminente de cualquier revuelta.
El día de la toma pudimos llegar a escuchar alguno de sus pedidos: comida, camas, lugares grandes para descansar etc. Yo no sé qué delitos cometieron esos hombres, pero lo que sí sé, es que la vida que llevan en esas celdas no les dará precisamente la tranquilidad que necesitan para reflexionar sobre sus errores y luego encomendarse a una vida mejor al salir de ahí. Claro que algunos ya no tienen curación ni salvación…
Con este panorama es evidente que la corrupción exista en los penales o cada quien haciendo sus propias reglas, incluso se sabe que por dinero muchos malos policías dejan ingresar: alcohol, cigarros, mujeres etc. Por eso para mí es casi paradójico leer o ver en los medios de prensa, la noticia de que Antauro Humala, tiene celular y fuma marihuana, porque eso señoras y señores, sucede en todo penal. Y no hace falta ser familiar del presidente para contar con esas gollerías.
Sólo esperemos que de una vez comiencen la Reforma Penitenciaria.
¿Alguien debe estar trabajando en ello, no?

Los que no tienen dinero para comprar algunas cosas, tiene que salir a buscar comida a los basurales.

Se escucharon algunas explosiones que pusieron nerviosos a los policías que trataban de mantener el orden.

Finalmente murió un joven de un balazo, este es retirado por medio de una soga, muchos creían que todavía podían salvarlo.

Algunos presos salieron asustados de sus celdas por el humo y el fuego que se producía ahí.

Los familiares aguardaban alguna noticia de sus hijos, esposos o hermanos…

Las cárceles están totalmente hacinadas, está es la única vista que tengo del lugar, porque fotos interiores es muy difícil conseguirlas.
*Fotos: Yanina Patricio