
En una campaña electoral siempre surgen anécdotas. A mí me ocurrieron tres. Hoy les quiero contar solo una porque las otras dos todavía no las puedo mencionar.
En el año 2011 trabajando para un diario local, me asignaron seguir a la candidata Keiko Fujimori en sus recorridos por los diferentes distritos y provincias que visitaba. Mi jefa de fotografía me escogió no solo por mi trabajo o mi perseverancia para conseguir la foto. Sino también por mi fama de “mala suerte”, “malasu” o “bad luck”; que mis amigos de trabajo le habían contado. Ellos tenían la esperanza de que el candidato Ollanta Humala, ganará esas elecciones. Y sí para eso tenían que creer que yo daba mala suerte a los candidatos, pues entonces creerían.
No soy supersticiosa y creo que mis amigos tampoco lo eran. Pero entre bromas y risas no querían arriesgar la victoria de su candidato.
Mi trabajo era seguirla día y noche, salvo mis días de descanso. Me sabía los números telefónicos de su equipo de prensa, había aprendido a diferenciar los estados de animo de la candidata, sabía cuando la pifiarían o cuando le regalarían cosas. Situación que aproveché para realizar mi cobertura gráfica.
Para la segunda vuelta el país estaba dividido y los nervios se apoderaban de muchos radicales seguidores. Las encuestas daban un apretado margen de diferencia. Cualquiera podía ganar.
El día de la votación salí de madrugada de mi casa para estar en el desayuno electoral con la candidata, luego la seguí a su centro de votación, para finalmente llegar al diario a descargar las fotos y esperar otras comisiones.
En la redacción los periodistas estaban trabajando en sus artículos y entrevistas. Y a las cuatro de la tarde todos estaban parados frente al televisor. Entonces empezó; “estos son los resultados” anunciaba un carismático periodista. La imagen de ambos candidatos en la pantalla, creaba mucha expectativa en la redacción y finalmente el resultado.
!Ganó Ollanta!
Grito un redactor, rompiendo con el silencio anterior. La alegría, celebración y abrazos invadieron ese segundo piso.
No faltaron algunos amigos que se me acercaron a felicitarme por haber contribuido a la derrota de la candidata. Yo solo reía y me divertía con esa situación. Claro que nunca creí en mi saladera. Esos candidatos a los que seguí perdieron por diferentes decisiones políticas elegidas.
Aunque a veces me pregunto que hubiera pasado si seguía a Keiko en estas elecciones. Ja,ja,ja,ja. Y bueno todo forma parte del trabajo que un fotoperiodista vive día tras día.