El 30 de abril de 1945, mientras Adolf Hitler se quitaba la vida en su búnker de Berlín, Lee Miller y David E. Scherman recorrían los escombros de la barbarie nazi, como corresponsales de guerra. Miller cubría para Vogue, mientras que Scherman lo hacía para Life. A menudo trabajaban juntos, documentando con sus cámaras la crudeza del conflicto. Ese día habían sido testigos del horror en el campo de concentración de Dachau: cuerpos apilados, miradas vacías y un hedor insoportable que se impregnó en sus ropas y en sus almas. Exhaustos y en busca de un lugar donde descansar, llegaron a Múnich sin imaginar que el destino les abriría las puertas de una de las residencias privadas de Hitler y la creación de la icónica foto de Lee Miller en la bañera; cómo y por qué lo hicieron, te lo contamos aquí.

Cuando llegaron a Prinzregentenplatz 16, en el centro de Múnich, encontraron la entrada custodiada por soldados del Ejército de los Estados Unidos. Exhaustos tras días documentando la guerra, pidieron alojamiento para descansar. La euforia de la victoria les abrió las puertas del edificio, sin imaginar que en el segundo piso se encontraba una de las residencias donde Adolf Hitler había vivido durante cuatro años junto a su sobrina, Geli Raubal.
Al recorrerlo, encontraron retratos de Hitler, documentos esparcidos, cuadros y objetos personales intactos, como si el dueño aún pudiera volver. Fue en ese instante cuando la certeza los golpeó: estaban en la residencia privada de Adolf Hitler, el hogar donde había vivido durante los años clave en los que el nazismo se consolidó y se apoderó de Alemania.




Miller subió al baño donde todo parecía inalterado: una toalla doblada con precisión, un jabón intacto, la bañera impecable, como si la guerra no hubiera tocado aquel rincón. Con decisión y sin perder el tiempo, le dijo a Scherman que preparara su cámara mientras ella componía el encuadre: tomó un retrato de Hitler y lo colocó junto a la bañera, movió la silla, la jabonera y una estatua. Luego restregó sus botas sucias sobre la alfombra blanca y las dejó junto a la bañera. Se despojó de su ropa, la acomodó sobre la silla y se sumergió en el agua. Entonces miró a su compañero y le pidió que le tomara la foto.
Miller posó con la mirada perdida, sentada en la bañera, mientras el retrato del dictador parecía observarla con la misma frialdad con la que había sentenciado a millones a la muerte. La alfombra ahora estaba impregnada con el barro y el polvo de Dachau, como una huella imborrable del horror que Hitler desató. Aquella mancha simbolizaba que la guerra y su devastación habían alcanzado incluso su lugar más privado. Scherman también se fotografió en la bañera, pero su imagen no alcanzó el mismo impacto. Quizás porque carecía de la carga simbólica y narrativa de la imagen de una mujer apropiándose del espacio de Hitler, lo que resultaba mucho más impactante y transgresor.

© Archivo de Lee Miller
La icónica foto de Lee Miller en la bañera de Hitler ha sido interpretada tanto como un acto de desafío y justicia ante el horror nazi , y como una imagen frívola que la sitúa en el centro de la escena, debatiéndose entre el simbolismo de la transgresión y la búsqueda de protagonismo.
Tal vez su pasado como modelo jugó un papel en la composición de la escena. Acostumbrada a estar frente a la cámara, Miller entendía el poder de la imagen y su capacidad para contar una historia.

Más allá de cualquier juicio, creo que la fotografía es el reflejo de su forma de procesar lo vivido. Miller, que había documentado los campos de concentración y el sufrimiento de las víctimas, encontró en ese baño un espacio donde la ironía y la catarsis se mezclaban. Pero la guerra deja cicatrices imborrables: sus botas embarradas sobre la alfombra blanca no solo ensuciaron aquel espacio impoluto, sino que dejaron la marca de un trauma del que nunca pudo liberarse.
Si quieres conocer más sobre la vida de esta fotoperiodista que transitó entre el arte, la moda, el glamour, la guerra y la muerte, puedes ver su película biográfica Lee (2023), protagonizada por Kate Winslet.