
¿Alguna vez has pensado que tu cocina podría enseñarte sobre innovación abierta? Te cuento mi experiencia. Cuando le pedí a mi novio que me ayudara con las tareas de la cocina, no solo aceptó; ¡se convirtió en un entusiasta co-creador! Y fue entonces cuando mi cocina dejó de ser la misma.
La cocina es en esencia un sistema de innovación por sí misma, porque combina recursos y procesos para crear algún platillo. Sin embargo, mi «sistema» tenía cierta limitaciones. Mis utensilios eran antiguos, mis procesos de lavado o picado eran manuales y el almacenamiento que tenía en la despensa o el refrigerador no era muy eficaz.
Al involucrar a mi pareja, no solo solucioné algunos de estos problemas, sino que también aprendí a mirar los desafíos desde una perspectiva diferente. Él trajo ideas nuevas, herramientas modernas y métodos más ágiles que juntos implementamos. Mi experiencia es solo un ejemplo pequeño y personal de un concepto mucho más amplio.

¿Qué es realmente la innovación abierta?
Es un modelo de colaboración estructurada donde las organizaciones (o incluso las personas) aprovechan ideas, conocimientos y recursos externos e internos para encontrar soluciones o crear algo nuevo. Según Henry Chesbrough, quien acuñó el término, este enfoque fomenta el flujo de ideas en ambas direcciones: no solo recibes, sino que también compartes valor. Empresas como LEGO, Nasa, Tesla y Procter & Gamble han utilizado este modelo para generar productos y servicios innovadores en conjunto con universidades, startups y comunidades.
En mi cocina, este modelo funcionó porque integré las ideas de mi pareja con mis propias prácticas y experiencia.
Lo que aprendí de mi cocina (y lo que aplican las empresas)
Aunque mi cocina es un caso simple, las empresas que adoptan la innovación abierta enfrentan desafíos similares:
- Identificar problemas claros: No puedes invitar a colaborar si no sabes qué necesitas resolver. En mi caso, esto significaba mejorar la eficiencia y organización en la cocina. Para las empresas, esto puede ser desarrollar un nuevo producto o resolver problemas operativos.
- Crear una cultura de innovación: Mi pareja no podría haber aportado valor si yo hubiera rechazado sus ideas. De forma similar, las empresas necesitan fomentar un ambiente que valore las perspectivas externas.
- Buscar valor compartido: Así como mi pareja encontró satisfacción al ser parte del proceso, las empresas deben garantizar que los colaboradores externos también se beneficien, ya sea a través de licencias, reconocimiento o alianzas estratégicas.
- Tener paciencia con los resultados: Mientras que los cambios en mi cocina fueron inmediatos, las empresas a menudo deben lidiar con procesos más lentos. Implementar nuevas ideas puede tomar tiempo, y los beneficios a veces no son visibles hasta después de varios ciclos de prueba y error.
Lo que me sucedió en la cocina es una pequeña ilustración de lo que la innovación abierta puede lograr cuando se aprovecha a mayor escala. Es un recordatorio de que las ideas más transformadoras rara vez se logran en aislamiento.
¿Está su cocina, empresa u organización lista para embarcarse en la aventura transformadora de la innovación abierta?